El 3 de abril de 1983, Sendero Luminoso asesinó brutalmente a 69 personas en Santiago de Lucanamarca y pueblos aledaños. Este ensayo analiza dos documentales que tratan sobre la consecuencias de esta masacre: Tarea pendiente (2003), de Carlos Cárdenas, y Lucanamarca (2008), de Carlos Cárdenas y Héctor Gálvez. En la primera parte, se muestra cómo estos documentales se producen en dos momentos irruptores de la memoria del Perú posconflicto y son representativos de su género. En la segunda parte, centrándose en Lucanamarca, se muesta cómo, a pesar de compartir cierto espíritu de responsabilidad social con otros documentales sobre el conflicto armado interno que se produjeron y estrenaron en la década del dos mil, Lucanamarca presenta una narrativa contrahegemónica pues se aleja de la narrativa de una “memoria cívica”.